Editorial de Carlos Víctor Morales. Segundo duelo entre Zubeldía y Carrasco. Otra vez lo ganó el melenudo argentino de andar desfachatado y dientes con frenillo. El elegante JR, con su infaltable chicle y de impecable facha, no pudo darse el gusto de ganar un Clásico, el partido sublime del fútbol ecuatoriano.
Los dos representan el momento de Barcelona y Emelec. Zubeldía apeló al esfuerzo, sacrificio y lucha. Tiene recursos limitados pero los optimizó al máximo. Aplicó la de los economistas: con poca inversión ganó mucho.
Llevó al partido a centralizarlo y sostenerlo en medio con 3 amarradores pelota, que tuvieron una buena tarde, Matamoros, Oyola y Díaz. Ellos fueron los que le sacaron el ritmo a un Emelec dominante, que quiso ser vertical y avasallante pero se estrelló con una defensa sólida donde la experiencia de Hurtado fue punto alto. Carrasco nunca le encontró la vuelta al partido ni cambió cuando estaba perdiendo.
Fue fiel a un libreto que muchos califican de necedad. Emelec llegó con la etiqueta de favorito, su calidad de juego y plantel lo avalan, pero en los clásicos una buena pizarra más una gran dosis de carácter también sirven para ganar, y a eso apostó Zubeldía.
Ya en el Capwell se le había escapado la victoria. En el Monumental no. Supo esperar y golpear en el momento justo. O como él mismo lo definió: “el arte de defenderse” fue clave para ganar. Tuvo razón.
Fuente: Diario Súper
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