lunes, 28 de noviembre de 2011

MURIÓ LEYENDA CANARIA


Guido Andrade Vélez, fantástico expuntero zurdo, considerado el mejor en su puesto en la historia de nuestro fútbol y uno de los artífices de la idolatría de Barcelona, falleció la noche del sábado. Sus restos serán velados hoy en el Salón de Honor del Municipio de Milagro, entidad cuyos destinos presidió entre 1966 y 1967. Será sepultado a las 17:00.
El gran deportista desaparecido integró aquel equipo de Barcelona que a partir de 1947 se transformó de humilde club del barrio del Astillero en ídolo de Guayaquil y luego de Ecuador, hasta encarnar un fenómeno de hondas proyecciones sociales.
Llegó a Barcelona en 1947, llevado por su hermano Camilo, luego de una breve estancia en el Macará de Ambato, donde estudiaba agronomía, y en el Milagro Sporting, donde reveló por primera vez sus enormes condiciones para el fútbol.
Andrade se unió a una generación de jóvenes surgida del Panamá S.C., cracks llevados por su compañero Fausto Montalván, a instancias de sus primos Federico y Jorge Muñoz Medina, presidente y entrenador de Barcelona, en ese orden. Estaban, entre otros, Enrique Romo, Jorge y Enrique Cantos, Manuel Valle, Nelson Lara, Galo Solís, José Pelusa Vargas, Luis Ordóñez, Héctor Ricaurte. En 1946 se habían incorporado Sigifredo Chuchuca y Juan Benítez, y desde 1942 estaba José Jiménez.
En mayo de 1947, en un amistoso ante un combinado argentino-ecuatoriano, en el que jugaron los gauchos Emilio Reuben, Julio Tocker, Miguel Mocciola y Juan Colecchio, apareció en Barcelona una delantera que llenó páginas brillantes y a las que la prensa y la afición conoció como El quinteto de oro: Jiménez, Pajarito Cantos, Chuchuca, Vargas y Andrade.
En ese ataque inolvidable Andrade imponía su rapidez mental para concebir grandes jugadas, su concepción artística para la gambeta inverosímil y su dominio del balón, que parecía atado a su botín zurdo. Unía a todo ello su pegada excepcional que ponía el centro preciso para la cabeza del infalible Cholo Chuchuca, o para el remate sorpresivo de Cantos.
Era de aquellos futbolistas que hacían levantar a la general del Capwell con sus cabriolas geniales, en tiempos en que el fútbol era una fiesta alegre, sin dramas, sin barras agresivas e insolentes y sin profesionales superpagados, que salen la cancha con las camisetas secas.
El 31 de agosto de 1949 la popularidad de Barcelona ascendió a la cumbre cuando integrado solo por jugadores nacionales venció 3-2 a uno de los mejores cuadros del mundo: el Millonarios de Alfredo Di Stefano, Adolfo Pedernera y Néstor Raúl Rossi. Fue una actuación portentosa la de Andrade, que enloqueció a su marcador, el peruano Ismael Soria.
Lo quería Boca Juniors
Antes había pasado por la Selección que jugó el Sudamericano de 1949, en Río de Janeiro. Debutó ante Paraguay y actuó en la primera victoria en ese torneo frente a Colombia, a la que contribuyó con un gol. El español José Planas, DT de Ecuador, lo recomendó a Boca Juniors, que le hizo una oferta. Andrade la desechó y volvió a Barcelona, del que se retiró muy joven, a mediados de 1953. Con ese Barcelona criollo fue campeón en 1950, último año del amateurismo.
Se fue con Guido Andrade Vélez una parte de la historia de la más grande y emotiva formación que han tenido los toreros. La de los once muchachos que se mezclaron en los entresijos del alma popular y reivindicaron la grandeza de lo criollo. Solo nos quedará el recuerdo amenazado por la fragilidad de una memoria que a veces nos oculta las evocaciones.
Milagro despide hoy a uno de sus alcaldes. Al ciudadano ejemplar, al esposo, padre, amigo que se va dejando una profunda huella, y al deportista que llenó de orgullo a su ciudad, estremecida cada vez que la voz incomparable de Ecuador Martínez narraba emocionada: “¡Goooool del milagreño Guido Andrade!”.
Abajo, delantera de Barcelona en la temporada 1949: Jorge Rodríguez (i), Enrique Pajarito Cantos, Sigifredo Chuchuca, José Vargas y Guido Andrade (d).
Juan Benítez (i), Guido Andrade y Jorge Delgado en agosto del 2009, en un homenaje a los amarillos.

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