martes, 10 de enero de 2012

PRIMER DÍA CAUSÓ ESTRAGOS


El viento soplaba con fuerza y las nubes comenzaban a oscurecerse. La lluvia estaba por caer en la Casa de la Selección. Eran las 10:15 y estaba por arrancar la práctica de Barcelona. Los jugadores empezaron a reunirse en el hall de ingreso al edificio. Algunos bromeaban. Jayro Campos estaba en el grupo desde hacía tres horas, pero ya hacía parte de los bromistas. Se juntaba más con Michael Jackson Quiñónez, con quien jugó el año anterior en Deportivo Quito. Rieron y compartieron algunas palabras durante 5 minutos.
Imagen: Los canarios trotaron en la vía asfaltada de ingreso al complejo hasta la Av. Simón Bolivar.
Después, con la disposición del preparador físico, Lucas Vivas, empezaron a trotar. Por su dirección, parecía que iban hasta la cancha secundaria. Sin embargo, sorprendieron cuando pasaron de largo y dejaron el sitio de la concentración. No fueron muy lejos, llegaron hasta el borde de la avenida Simón Bolívar y de ahí volvieron, pero eso ya fue suficiente para alegrar a la veintena de hinchas que fueron a mirar el entrenamiento y no pasaron el primer filtro de seguridad. Al menos por un instante los vieron.
Ese recorrido duró casi 10 minutos. De ahí fueron a la cancha para seguir con los trabajos. Durante una hora, el DT Zubeldía supervisó la prueba de rendimiento físico. En ocasiones, cuando los jugadores ya no avanzaban, él los arengaba y les exigía un poco más. “Vamos José, ahora te quiero ver, dale, no te quedes”, repetía al delantero Ayoví, quien comandaba uno de los pelotones que trotaban alrededor de la cancha. Algunos jugadores lucían muy cansados con los primeros treinta minutos de ejercicios. Otros, como Matías Oyola, parecía que no se habían exigido. Se les veía muy tranquilos.

A los cansados, las pequeñas gotas de lluvia que cayeron por unos instantes les sirvió como alivio, aunque tras 5 minutos la lluvia desapareció y el sol cayó con fuerza. En ese momento Zubeldía subió las cargas musculares y cada vez los jugadores bajaban más la velocidad con la que trotaban, como signo de su agotamiento. A un costado de la cancha, el delantero argentino Iván Borghello miraba la práctica. Tenía una venda en la rodilla izquierda. Él cumple la rehabilitación.

Pero no era el único que se salvó de esa dura sesión. Los arqueros Máximo Banguera y Damián Lanza miraban desde el balcón de las habitaciones. Ellos conversaban muy tranquilos y a veces soltaban una carcajada. Cerca de las 11:30 terminó la práctica. Damián Díaz y Pablo Saucedo se quedaron haciendo estiramientos. Los demás abandonaron rápidamente la cancha porque solo tenían tiempo para comer algo de fruta, descansar un poco y volver a los ejercicios.

Fuente: Diario Expreso

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