viernes, 30 de marzo de 2012

¡GRACIAS POR TUS GOLES NARCISO!


Eran las 16:00 de la tarde de ayer y el delantero Narciso Mina se alistaba para viajar a Guayaquil. En el camerino ya había festejado el gol que anotó en la victoria de su equipo Barcelona sobre El Nacional (2-0), en el Olímpico Atahualpa, ayer. Por eso, antes de tomar el avión, ya estaba tranquilo. Mina arribó a la terminal aérea de Quito tras despedirse del centenar de hinchas que lo esperaron durante 30 minutos en el parqueadero norte del estadio, por donde el jugador subió al bus en medio de un fuerte cordón de seguridad policial.
Desde ese lugar, los aficionados gritaban: “¡Gracias, Narciso, gracias por esta alegría!”. Mina, que ya acumula cinco tantos en el Campeonato, retribuyó el cariño con una ligera sonrisa y levantando el dedo pulgar. Esa imagen de serenidad contrastó con el hombre combativo del minuto 59, en el partido, cuando marcó el primer gol del plantel torero. El ariete anotó ante el arquero Bonar García tras recibir un pase de Hólger Matamoros y esquivar la marca de Javier Chila, defensa de El Nacional. Ese gol provocó la alegría de Mina, que, tras marcar, sonrió y se despojó de la camiseta.
Debajo tenía otra camiseta en la que estaba una leyenda que lo identificaba como Atleta de Cristo. El delantero, ex jugador de Independiente del Valle y goleador absoluto del Campeonato de la temporada pasada, forma parte de la comunidad Atletas de Cristo desde hace nueve años. Por eso, anotar y agradecer a Dios es una constante en el ariete, según sus amigos e integrantes del cuerpo técnico de Barcelona. También lo es compartir sus alegrías con José Ayoví, el compañero con el que llega a los entrenamientos al estadio Monumental.
En el partido de ayer, el delantero sintió la ausencia de Ayoví en el campo de juego. Carlos Gruezo y Cristian Cruz cumplieron con las disposiciones del técnico Luis Zubeldía, que era de poblar el medio campo junto a Hólger Matamoros, Michael Quiñónez y Luis Caicedo. Pero a Mina le faltó su socio, experto en desbordar. Pese a ello salió feliz con el triunfo. Su esposa Patricia también fue una interlocutora de esa algarabía. “Ahora está en el sauna, después irá a la piscina”, dijo Patricia, cuando el jugador ya estaba de regreso en su casa en la ciudadela Sauces, en Guayaquil.
Antes de sumergirse en el cuarto húmedo, el jugador le regaló un abrazo y un beso a Patricia. “Suele hacer esto cada vez que sale y regresa a la casa”, dijo ella. Eso sí, no le contó cómo le fue en el partido, pese a que ella lo vio. Mina prefiere hablar de los cotejos en la noche. No importa si es o no protagonista en un cotejo. “Él es así. Le gusta hablar poco”. Con el tanto de ayer, Mina dio un pasito más en su meta personal para este año: marcar 56 goles, el doble de lo que marcó en el 2011. Esa promesa se la hizo a sus compañeros.
Fuente: El Comercio

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