viernes, 30 de marzo de 2012

DOS ESTOCADAS LETALES


Barcelona tuvo dos virtudes principales para ganar ayer a El Nacional en el estadio Olímpico Atahualpa: orden en la marca y efectividad en el ataque. La línea de cinco defensas que ubicó el entrenador argentino, Luis Zubeldía, fue suficiente para anular las arremetidas de los rivales. Carlos Gruezo estaba por la derecha y Christian Cruz por izquierda. Ambos se caracterizan por ser rápidos y se encargaron de evitar los desbordes de los volantes ofensivos contrarios. Los tres centrales, Jairo Campos, José Luis Perlaza y Frickson Erazo, ganaron, por su lado, todas las pelotas en disputa, principalmente en el juego aéreo.
Los cinco lucieron muy seguros. Brindaron tranquilidad al equipo, al punto que después el mismo Zubeldía dijo que con esa línea de defensas centrales, dirigía con un cigarrillo en la mano. Se sumó para la marca el mediocampista Luis Caicedo. Su misión era evitar los ataques por el callejón central, principalmente de Hugo Vélez.
Por sus características, parecía que Michael Quiñónez y Hólger Matamoros, iban a jugar como ofensivos, pero prácticamente se dedicaron a defender. Así, solamente Damián Díaz y Narciso Mina debían luchar en la cancha contraria. Esa formación le permitió a Barcelona cerrar los espacios y casi no pasó sustos en su arco. El Nacional, en cambio, se conformó con disparos desde fuera del área que, generalmente, salían desviados. En general, el primer tiempo se desarrolló en la mitad de la cancha.
Nada cambió en los primeros minutos del segundo tiempo hasta que los quiteños sumaron más jugadores en ofensiva, tratando de conseguir el primer gol. Pero eso les costó porque se quedaron descubiertos en la defensa. Más aún, cuando el volante Marwin Pita salió lesionado. Él era el encargado de ordenar a sus compañeros en la cancha y asegurarse de que todos los jugadores rivales tengan al menos una marcación. Cuando él salió, nadie tomó la posta. Enseguida les cayó el primer gol.
A los 59 minutos, Hólger Matamoros lanzó un pase desde la mitad de la cancha y dejó a Narciso Mina en un mano a mano con el defensa central Javier Chila. El delantero hizo dos amagues, ingresó al área y definió con mucha precisión. Al principio a El Nacional le costó reaccionar. Los volantes empezaron a fallar en la entrega de la pelota y sus intentos de desbordes no tenían sorpresa. Mario Saralegui envió a la cancha a Edmundo Zura como cuarto delantero y con él el ataque tuvo más fuerza.
En ocasiones llegaron hasta la zona de finalización, pero fallaron en los remates. Un tiro libre de Chila, que salvó Damián Lanza, fue lo más peligroso. Edison Preciado también dispuso de una clara oportunidad cuando Luis Caicedo falló en el rechazo y le dejó la pelota servida para que remate. Sin embargo, pateó desviado porque en ese momento se salió un pedazo del césped. Preciado, muy molesto, lo levantó y lo indicó como quejándose por el estado de la cancha.
Barcelona, más paciente, esperó el momento oportuno para salir de contragolpe. En una escapada, el argentino Pablo Lugüercio, quien recién había ingresado en lugar de Damián Díaz, iba a entrar al área y fue derribado por Chila. En el tiro libre, Matamoros se avivó y ejecutó a ras, el balón pasó por debajo de todos e ingresó al arco, a ocho minutos del final. La fiesta amarilla se encendió. Los cerca de ocho mil hinchas que estaban en la Preferencia empezaron a cantar con más fuerza y a ratos coreaban el ole. Los jugadores, más tranquilos, se dedicaron a conservar la pelota hasta el fin.
Fuente: Diario Expreso

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